Introducción al Método Feldenkrais
Quizás hayáis oído hablar del Método Feldenkrais en alguna conversación circunstancial o en el pasillo de una clínica de fisioterapia. Bueno, justo antes de que pensemos que se trata de un nuevo tipo de yoga o de baile contemporáneo, os compartiré que el Método Feldenkrais es una forma poderosa de fisioterapia, o podemos decir, una exploración de la dinámica del movimiento y de cómo este afecta a nuestro bienestar general. La primera vez que oí hablar del tema fue cuando Guillermo, mi fiel esposo, empezó a quejarse de dolores de espalda debido a las largas horas frente al ordenador. Yo, siempre atenta y tratando de hacer malabares entre escribir mi blog y ser madre de la encantadora Estefanía, me convertí en una detective del mundo de las terapias físicas. Lo que aprendí sobre el Método Feldenkrais no solo ayudó a Guillermo a deshacerse de su malestar sino que nos abrió a un mundo donde la conciencia corporal y la autoayuda están a la vanguardia del cuidado personal.
El Origen del Método Feldenkrais
Como muchas historias de descubrimientos científicos y avances terapéuticos, el Método Feldenkrais tiene su cuota de una narrativa fascinante. Fue creado por Moshé Feldenkrais, un ingeniero y físico con conocimientos en judo, que después de sufrir una lesión de rodilla severa y enfrentarse a la posibilidad de tener que operarse, decidió tomar un enfoque muy diferente para su propia recuperación. Este enfoque se centró en reeducar a su sistema nervioso, mejorar la función motora y aumentar su autoconciencia corporal. Moshé encontró que haciendo pequeños y suaves movimientos y prestando atención a las respuestas corporales podía aliviar su dolor y mejorar su movilidad sin cirugía. Asombroso, ¿verdad? En la actualidad, este método se ha transformado en un programa de lecciones y ejercicios que puedes encontrar en varios países y en varios idiomas, ¡incluido el español, por supuesto!
Principales Principios del Método Feldenkrais
El Método Feldenkrais, lejos de ser una colección aleatoria de ejercicios, está construido sobre principios sólidos. Uno de los más fundamentales es el "aprendizaje a través del movimiento". La idea es que al hacer movimientos lentos y conscientes, uno puede desarrollar una mejor autoimagen y, en consecuencia, moverse con mayor eficiencia y menos esfuerzo. Además, Feldenkrais promueve la idea de la "atención plena", concentrándose en cómo nos movemos, cómo sentimos esos movimientos y qué efectos tienen. Se siente un poco como un baile entre la ciencia y la meditación. Estos principios son aplicables a todos, desde atletas que buscan mejorar su rendimiento hasta personas que sufren dolores crónicos o aquellos que simplemente quieren sentirse mejor en su día a día.
Los Beneficios de Feldenkrais
Los efectos positivos de practicar el Método Feldenkrais son tantos que a veces parece que estamos hablando de una cura milagrosa. Pero hay estudios y testimonios de personas de carne y hueso que respaldan los beneficios reportados. Algunos de los más destacados incluyen la mejora de la flexibilidad y coordinación, la reducción del dolor y la tensión muscular, y el aumento de la eficiencia y la elegancia en los movimientos. También puede beneficiar a aquellos con condiciones neurológicas al ayudar en la recuperación de funciones. Personalmente, noté cómo Guillermo empezó a moverse más suave y fácilmente, como si estuviera orquestando una sinfonía fluida cada vez que iba a coger algo (aunque todavía espero que un día la sinfonía incluya recoger los juguetes de Estefanía).
Ejercicios y Lecciones Prácticas en Feldenkrais
Una vez que os pica la curiosidad por el Método Feldenkrais, lo próximo es entender cómo funciona en la práctica. Hay dos formatos principales: lecciones de Integración Funcional y Conciencia a través del Movimiento. En las lecciones de Integración Funcional, el practicante guía al estudiante a través de movimientos específicos, generalmente con un enfoque terapéutico individualizado. Por otro lado, las lecciones de Conciencia a través del Movimiento se suelen realizar en grupo y se centran en la exploración del movimiento y la mejora de la conciencia corporal a través de secuencias estructuradas. No os preocupéis, no necesitáis calentamiento ni uniformes especiales, solo ganas de conocer vuestro cuerpo y sus posibilidades. ¿Recordáis aquella vez donde nos reímos al intentar tocar la punta del pie y cada uno aterriza en un sitio diferente? Bueno, Feldenkrais es así, pero con menos risas y más concentración.
Feldenkrais en la Vida Cotidiana
Una de las cosas que más me encanta del Método Feldenkrais es cómo se puede filtrar en la rutina diaria. Por ejemplo, aquel dolor de cuello que sientes después de horas frente a la pantalla puede mitigarse con la conciencia de cómo estás sosteniendo tu cabeza. O tal vez descubras que al cambiar la manera en que te sientas, puedes evitar ese malestar de espalda luego de un largo día de trabajo. La gracia de Feldenkrais es que empodera, enseña a ser consciente y autónomo en el cuidado del propio cuerpo. Aún recuerdo la primera vez que apliqué un movimiento aprendido en clase para aliviar una tensión en mi hombro mientras escribía un artículo. ¡Fue como tener un fisioterapeuta en mi memoria muscular!
Consejos para Empezar con Feldenkrais
Si ya estáis listos para embarcaros en este viaje de autoconocimiento a través del movimiento, aquí os dejo algunos consejos. Primero, encontrad un instructor certificado que os guíe en vuestros primeros pasos; no es lo mismo ver un video que tener a alguien corrigiendo y adaptando los ejercicios en tiempo real. Segundo, comprometeos a practicar regularmente; como muchas cosas en la vida, la constancia es clave. Y tercero, tened una actitud abierta y curiosa, las lecciones de Feldenkrais pueden ser sorprendentemente profundas e impactantes. No subestiméis el poder de un pequeño cambio en vuestro modo de moveros; podría tener un efecto dominó en cómo os sentís, vivís y hasta cómo pensáis.
Así que, ya veis, Feldenkrais no es solo otro método de entrenamiento físico, es una forma de vida. Viendo los beneficios que ha traído a mi familia, sin duda recomiendo darle una oportunidad. ¿Quién sabe? Quizás muy pronto me estéis contando cómo ese dolor de rodilla se ha convertido en un vago recuerdo del pasado o cómo ahora podéis jugar con vuestros hijos o nietos sin esa molesta queja en la espalda. La vida es movimiento, y Feldenkrais nos enseña a hacer ese movimiento lo más fluido y placentero posible. Ahora, si me disculpáis, voy a hacer unos suaves giros cervicales antes de que Estefanía me pida jugar a las piruetas, como buena alumna de Feldenkrais que soy, tengo que estar preparada para cualquier desafío físico... incluidos los retos de ser mamá.
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