Descubriendo el Método Feldenkrais
¿Alguna vez te has preguntado si hay una manera de ejercitar tu cuerpo que no implique levantar pesas como si fueras a competir en el próximo campeonato de strongman o correr hasta que tus pulmones te supliquen piedad? Bueno, existe, se llama Método Feldenkrais, y no, no es una nueva marca de chocolate suizo, aunque suena igual de delicioso para el cuerpo.
Esta innovadora forma de entrenamiento fue creada por Moshé Feldenkrais, un físico y judoka que aplicó sus conocimientos en mecánica y anatomía humana para desarrollar un método que mejora la forma en que nos movemos. ¿Y saben qué es lo mejor? No necesitas equiparte con zapatillas deportivas ni ropa ajustada, aunque un pijama cómodo podría ser ideal. Feldenkrais se trata de ser conscientes de nuestros movimientos y de cómo estos afectan nuestra salud y bienestar general. ¡Imagínate que logras mejorar tu postura mientras investigas la alineación más cómoda para ver tu serie favorita en Netflix! No, en serio, es posible.
Confieso que cuando escuché por primera vez acerca de Feldenkrais pensé que sería algo así como el yoga pero con un toque de salsa secreta. Sin embargo, es una propuesta diferente que incide directamente en cómo nos relacionamos con nuestro cuerpo. Por eso me vi sumergida en sus principios, convirtiéndome de una entusiasta del ejercicio convencional a una exploradora de las profundidades de mi ser corporal. A lo largo de esta práctica, he descubierto formas de moverme que nunca había considerado, como si desempolvara partes de mi maquinaria interna olvidadas en el sótano. Y, amigos míos, realmente es revelador.
El Viaje Empieza con la Conciencia Corporal
Primero, debemos hablar sobre la conciencia corporal, esa cosa esquiva que muchas veces ignoramos. Todos hemos escuchado el típico "escucha a tu cuerpo", pero ¿alguna vez nos han enseñado realmente cómo hacerlo? Feldenkrais nos ofrece una preciosa llave para este enigma. El método nos invita a ir más lento, mucho más lento –tan lento que un caracol a tu lado podría impacientarse–, pero es esta lentitud la que nos permite notar esas sutilezas de nuestro movimiento que normalmente pasamos por alto.
Parte de mi aventura inicial con Feldenkrais fue aprender a ralentizar y sentir cómo cada pequeña articulación podía ser protagonista de una danza interna. Esto podría implicar mover una sola parte de tu cuerpo mientras el resto se relaja –un poco como esas estatuas vivientes que solo mueven un brazo y te cobran un euro si les tomas una foto. Lo fascinante es que esta forma de moverse puede tener un impacto enorme en cómo te sientes generalmente, y hasta puede mejorar dolores crónicos. ¡Quién lo diría!
Una vez empecé a darme cuenta de cómo mi forma de sentarme afectaba mi cuello o cómo mi postura al caminar tenía que ver con esa molestia constante en la espalda baja, fui capaz de comenzar a cambiar estos patrones. Y es que el cuerpo es más sabio de lo que pensamos. A menudo, nos comunica sus necesidades; solo que estamos tan atareados twitteando o haciendo malabares con la vida que olvidamos escucharlo.
Lecciones de Autoconciencia a través del Movimiento
Ahora, no pienses que Feldenkrais es como una clase de aeróbicos de los 80 donde saltabas al ritmo de una música pegadiza. Aquí la música es el silencio, y tus movimientos son tan discretos que si alguien te observara podría pensar que estás haciendo una siesta muy activa. Son lecciones de autoconciencia a través del movimiento. Y estas lecciones tienen un nombre formal: ATM o "Autoconciencia a través del Movimiento". No, no son cajeros automáticos, aunque definitivamente es una inversión en tu salud.
Cada lección de ATM es una exploración, una especie de meditación en movimiento. Se pueden realizar en diferentes posiciones: acostados, sentados, de pie o en movimiento. A través de secuencias suaves y pensadas, te invitan a redescubrir patrones de movimiento naturales y a liberar tensiones innecesarias.¿Sabías que hasta las formas en que giramos la cabeza o caminamos pueden estar llenas de esfuerzo adicional que ni siquiera necesitamos? Bueno, Feldenkrais te puede ayudar a identificar y eliminar esa sobrecompensación.
Cuando comencé mi primera lección de ATM, me sentí un poco tonta, no voy a mentir. Allí estaba yo, moviendo mi brazo lentamente hacia arriba y hacia abajo mientras me preguntaba si así se sentiría ser un robot en entrenamiento. Pero luego, magia. Al final de la sesión, mi cuerpo se sentía más ligero, como si hubiese soltado un peso que ni sabía que estaba cargando. Y mi mente, que normalmente está más atestada que un metro en hora pico, estaba serena y alerta.
Feldenkrais en la vida diaria
Una cosa que he aprendido es que Feldenkrais no se limita a la clase o sesión que puedas tomar; se trata de llevar esos principios a tu día a día. Comencé a jugar con pequeñas modificaciones en la forma en que levantaba las cosas, cómo me sentaba en el trabajo (adiós, silla asesina de espaldas) o incluso cómo me agachaba a acariciar a mi perro (lo siento, Lassie, por todas las veces que lo hice sin prestar atención).
Integrar Feldenkrais en mi rutina ha sido como activar un modo de juego con mi propio cuerpo. Experimentar con movimientos durante las tareas más mundanas ha sido curiosamente divertido. ¡Hasta lavar los platos se ha convertido en una ocasión para explorar cómo mi columna se flexiona y estira! Parece una locura, pero esta práctica puede hacerte sentir más en armonía con las tareas del día a día y, a su vez, con tu entorno.
A través de Feldenkrais, he desarrollado una nueva relación con la gravedad. Antes de esta experiencia, la gravedad solo era esa fuerza que me recordaba que había comido demasiado pastel. Ahora, he aprendido a trabajar con ella en vez de contra ella, y el resultado es una sensación de ligereza y fluidez. Es como si finalmente entendiéramos el idioma que nuestro cuerpo ha estado tratando de hablarnos durante años y finalmente pudiéramos responder.
Herramientas prácticas para una mejor movilidad
Vale, no todo en la vida viene con un manual de instrucciones, pero Feldenkrais ofrece algo mejor: herramientas prácticas que tú mismo descubres y que funcionan para tu propio cuerpo. Como yo, probablemente empieces con algunas lecciones guiadas por un instructor, pero con el tiempo, empezarás a recopilar un conjunto de movimientos y ajustes que son como trucos de magia para tu movilidad personal y comodidad.
Esto no se trata de hacer más flexiones o levantar más peso. Se trata de identificar las formas en que movemos nuestro cuerpo que podrían estar contribuyendo a la tensión o incluso al dolor y cambiar estos patrones paso a paso. No es raro que durante una sesión de Feldenkrais descubras maneras de sentarte, pararte o caminar que se sienten más naturales, aunque al principio pueden parecer un poco extrañas o incluso contrarias a cómo has estado haciendo las cosas durante años.
Aplicar las herramientas de Feldenkrais para mejorar la movilidad tiene un efecto dominó en la vida. No solo caminas con más confianza, sino que también te encuentras encarando actividades con una nueva perspectiva de facilidad y eficiencia. De repente, esos escalones que antes te hacían gruñir de esfuerzo, ahora los subes como si fueran menos intimidantes, más como invitaciones a un baile ligero.
Un enfoque gentil para la rehabilitación y el dolor crónico
El Método Feldenkrais es como el caballero amable del mundo del ejercicio que, en lugar de gritarte "¡No pain, no gain!", te susurra adaptaciones y alternativas amables. Es espectacularmente efectivo para la rehabilitación y para abordar el dolor crónico. Si has estado en ese carrusel interminable de terapias y tratamientos sin encontrar alivio, este método puede ofrecer un enfoque renovador.
Lo he visto en mi propia vida. Después de una lesión en la rodilla que me hizo cojear como un personaje de película de piratas, los métodos tradicionales de fisioterapia me ayudaron solo hasta cierto punto. No fue hasta que incorporé Feldenkrais a mi rutina de recuperación que noté mejoras significativas –y no solo en la rodilla herida, sino en cómo mi cuerpo completo se movía para compensar la lesión.
La belleza de Feldenkrais reside en que respeta el proceso individual de cada persona. Aquí no hay presiones para forzar el cuerpo hasta sus límites. En vez de eso, el método te guía hacia una exploración compassionada y curiosa de tus capacidades, a menudo revelando que tienes mucho más potencial de movimiento y curación del que te imaginabas. Para los que experimentan dolor crónico, esta puede ser una forma de alivio y auto-conocimiento que transforma vidas.
Construyendo una comunidad alrededor del movimiento
Al igual que una buena serie de televisión, el Método Feldenkrais se disfruta mejor cuando se comparte. Formar parte de una comunidad de individuos con mentalidad similar puede potenciar tu aprendizaje y experiencia con el método. Asistir a clases grupales, seminarios en línea, o simplemente compartir tus descubrimientos con amigos puede brindarte un sentido de pertenencia y apoyo que no encontrarás haciendo bíceps en el gimnasio.
En mi caso, he creado conexiones significativas con personas que nunca hubiera conocido fuera del contexto del Feldenkrais. Es fascinante compartir este viaje de descubrimiento con otros y ver cómo cada uno se adapta e interpreta el método de maneras que enriquecen la experiencia colectiva. Los grupos de práctica se convierten en laboratorios de movimiento donde la experimentación y el apoyo mutuo son la norma.
Y lo más hermoso de todo es ver cómo estas comunidades traspasan las fronteras de la sala de práctica y crean un impacto en cómo nos relacionamos más ampliamente con el mundo. Feldenkrais no es solo una serie de movimientos o ejercicios: es una forma de vida. Y en esta comunidad, estás siempre invitado a bailar al ritmo de tu propio movimiento, compartiendo la melodía con los demás.
Así que, si tienes curiosidad por desafiarte a ti mismo y a explorar nuevas formas de movimiento que pueden aumentar tu vitalidad y bienestar, Feldenkrais podría ser justo lo que buscas. Dale a tu cuerpo la oportunidad de contarte su historia y sorpréndete con lo que eres capaz de aprender. ¡Y quién sabe! Quizás el 2024 sea el año en que finalmente hagamos las paces con la gravedad y aprendamos a movernos con la ligereza de una pluma. Después de todo, cada día es una buena oportunidad para comenzar algo nuevo. ¿Estás listo para el viaje?
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